Savoir-faire
A menudo la estética de un velero es un juicio muy subjetivo. Como se suele decir, para gustos, colores. Pero cuando se descubre toda la gama de catamaranes de vela de Fountaine Pajot, uno al lado del otro, amarrados a un pontón, se comprende inmediatamente la coherencia que se ha buscado y conseguido, y por qué este diseño es objetivamente notable y acertado. Y, más allá de esto, que hay una justificación para este trazo de lápiz.
«Si estos veleros se reconocen hoy en día entre tantos otros, es porque todos ellos se han beneficiado de esta herencia, al igual que los 45 modelos diseñados desde entonces. Aunque evoluciona con los tiempos, el diseño de los catamaranes de vela de Fountaine Pajot es en cierto modo intemporal».
Primero diseñamos un velero para que navegue bien
Su razón de ser reside ante todo en sus orígenes: catamaranes diseñados para navegar lejos, en armonía con los elementos y con una filosofía de placer compartido. Desde su primera colaboración en 1991 —con el Marquises 56— Fountaine Pajot y Berret-Racoupeau se han tomado el tiempo necesario para conocerse y trabajar juntos con un doble objetivo: hacer eficaz lo bello y hacer estéticamente irreprochable lo funcional.
Tanto si está a bordo disfrutando de él, como admirándolo en fondeadero, la impresión es la misma y es duradera: la de un hermoso velero que llama la atención. La atención prestada al diseño interior, tanto en términos de materiales como de colores, añade un toque adicional de alma. Este magnetismo funciona igual de bien en la quietud que en el movimiento, como tendrá ocasión de confirmar una y otra vez.